CONVERSIÓN VERSUS RELIGIÓN
Por: Gladys Raquel Hernández
La conversión genuina al cristianismo es el resultado del convencimiento interno acerca de la existencia del único Dios vivo llevado a cabo por el Poder del Espíritu Santo a través de Su toque divino llamado unción y quien revela a Jesucristo, el salvador, a nuestros corazones.El término “unción” proviene de la palabra griega Chrisma = Charisma, que significa frotar en, untar con aceite. Esta palabra da la idea de una sombra que nos cubre. La idea que expresa esta palabra es que el Espíritu Santo imparte y nos cubre con Sus características, Sus cualidades y Sus virtudes. Cuando la unción viene sobre nosotros es cuando Dios nos frota, nos unta de la personalidad del Espíritu Santo directamente a nuestro ser, en otras palabras, es Su personalidad cubriéndonos y vistiéndonos con Sus virtudes, Su carácter y Su poder.
Veamos en las siguientes citas bíblicas lo que Jesús les dice a Sus discípulos respecto de la obra del Espíritu Santo:
“Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya, porque si no me fuese, el Consolador (El Espíritu Santo) no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo (Satanás) ha sido ya juzgado” (Juan 16:7-11).
“Cuando venga el Espíritu de verdad, El os guiará a toda la verdad; porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:13-15).
Conforme a estas citas bíblicas, podemos tener la plena certeza y confianza de que el Espíritu Santo se encuentra en la tierra y que mora dentro de aquellos individuos que lo buscan con todo su corazón.
El Espíritu Santo se revela a las vidas e invita al individuo a que abra su corazón sincero a El, para que El pueda entrar y morar por siempre en ese individuo. Este comenzará a sentir en su cuerpo el maravilloso fluir del Espíritu, quien se manifestará de alguna manera especial que dicho individuo identificará, pues, con la maravillosa unción derramada, el individuo pasará de ser un ser natural a ser un ser sobrenatural, ya que su Creador se lo hará percibir y lo convencerá al respecto. Es decir, se trata de una relación estrictamente personal con el individuo en donde los demás no tienen arte ni parte.
Jesús mismo fue ungido para dar buenas nuevas a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón, para pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos y para poner en libertad a los oprimidos por el diablo. Es decir, Jesús fue ungido, capacitado y consagrado para suplir toda necesidad del ser humano (Isaías 61:1-3).
La palabra cristiano significa pequeño ungido y los cristianos poseemos la misma unción que Jesús en distintas medidas. La predicación de la Palabra de Dios sin unción endurece, seca, irrita, mata todo, es aburrida, nos hace dormir y buscar otra cosa que hacer. Este es el resultado que provoca el seguimiento de una religión, es decir, la repetición de palabras y conceptos en forma rutinaria, mecanizada y de memoria. El individuo no tiene discernimiento ni revelación alguna de la Palabra, no puede encontrarse con Su Creador ni tener comunión íntima en El de manera efectiva.
La tradición de la Palabra le quita efecto al valor de la Palabra y el cristiano suele perderse y desviarse de la sana doctrina de Jesucristo (1º Timoteo 4:6). Es necesario familiarizarse con las Sagradas Escrituras en forma profunda para comprender cómo es Dios, cuánto nos ama y qué demanda de nosotros, Sus hijos, si hemos aceptado a Jesús como Salvador.
No obstante esto, el poder de Dios está presente en todo lugar siempre, pero no siempre es activado. Es decir, no siempre se ven resultados visibles a los ojos. Asimismo, es preciso destacar que la incredulidad no permite que el poder de Dios fluya a través de las personas. La unción es como la electricidad que fluye a través de los alambres y su propósito es sanar, restaurar, capacitar, santificar y llevarle honra y gloria a nuestro Señor Jesús.
“El Espíritu me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
Podemos concluir diciendo que todo creyente debe recibir una unción fresca para ser eficiente soldado de Cristo y para poder pelear la buena batalla de la fe.
Veamos las siguientes citas bíblicas, donde el apóstol Pablo hace referencia a su labor en su Ministerio de evangelización a los gentiles (no judíos) y como todos nosotros podemos trabajar en diferentes ministerios, peleando también la buena batalla hasta la segunda venida del Señor:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que aman Su venida” (2º Timoteo 4:7-8).
AMEN!!!
Veamos en las siguientes citas bíblicas lo que Jesús les dice a Sus discípulos respecto de la obra del Espíritu Santo:
“Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya, porque si no me fuese, el Consolador (El Espíritu Santo) no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo (Satanás) ha sido ya juzgado” (Juan 16:7-11).
“Cuando venga el Espíritu de verdad, El os guiará a toda la verdad; porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:13-15).
Conforme a estas citas bíblicas, podemos tener la plena certeza y confianza de que el Espíritu Santo se encuentra en la tierra y que mora dentro de aquellos individuos que lo buscan con todo su corazón.
El Espíritu Santo se revela a las vidas e invita al individuo a que abra su corazón sincero a El, para que El pueda entrar y morar por siempre en ese individuo. Este comenzará a sentir en su cuerpo el maravilloso fluir del Espíritu, quien se manifestará de alguna manera especial que dicho individuo identificará, pues, con la maravillosa unción derramada, el individuo pasará de ser un ser natural a ser un ser sobrenatural, ya que su Creador se lo hará percibir y lo convencerá al respecto. Es decir, se trata de una relación estrictamente personal con el individuo en donde los demás no tienen arte ni parte.
Jesús mismo fue ungido para dar buenas nuevas a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón, para pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos y para poner en libertad a los oprimidos por el diablo. Es decir, Jesús fue ungido, capacitado y consagrado para suplir toda necesidad del ser humano (Isaías 61:1-3).
La palabra cristiano significa pequeño ungido y los cristianos poseemos la misma unción que Jesús en distintas medidas. La predicación de la Palabra de Dios sin unción endurece, seca, irrita, mata todo, es aburrida, nos hace dormir y buscar otra cosa que hacer. Este es el resultado que provoca el seguimiento de una religión, es decir, la repetición de palabras y conceptos en forma rutinaria, mecanizada y de memoria. El individuo no tiene discernimiento ni revelación alguna de la Palabra, no puede encontrarse con Su Creador ni tener comunión íntima en El de manera efectiva.
La tradición de la Palabra le quita efecto al valor de la Palabra y el cristiano suele perderse y desviarse de la sana doctrina de Jesucristo (1º Timoteo 4:6). Es necesario familiarizarse con las Sagradas Escrituras en forma profunda para comprender cómo es Dios, cuánto nos ama y qué demanda de nosotros, Sus hijos, si hemos aceptado a Jesús como Salvador.
No obstante esto, el poder de Dios está presente en todo lugar siempre, pero no siempre es activado. Es decir, no siempre se ven resultados visibles a los ojos. Asimismo, es preciso destacar que la incredulidad no permite que el poder de Dios fluya a través de las personas. La unción es como la electricidad que fluye a través de los alambres y su propósito es sanar, restaurar, capacitar, santificar y llevarle honra y gloria a nuestro Señor Jesús.
“El Espíritu me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
Podemos concluir diciendo que todo creyente debe recibir una unción fresca para ser eficiente soldado de Cristo y para poder pelear la buena batalla de la fe.
Veamos las siguientes citas bíblicas, donde el apóstol Pablo hace referencia a su labor en su Ministerio de evangelización a los gentiles (no judíos) y como todos nosotros podemos trabajar en diferentes ministerios, peleando también la buena batalla hasta la segunda venida del Señor:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que aman Su venida” (2º Timoteo 4:7-8).
AMEN!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario