¿CÓMO DEBE ESTAR MI CORAZÓN PARA ENCONTRARME CON DIOS? ¿DE QUIÉN DEPENDE EL ENCUENTRO: DE DIOS, DE MI O DE LOS DOS?
Por: Gladys Raquel Hernández
Mi corazón debe estar abierto, dispuesto, no endurecido, sincero, lleno de expectativas y deseoso de recibir el perdón por medio del arrepentimiento y reconocimiento de plan poderoso de Dios a través de la muerte de Jesucristo en la cruz para reconciliarnos en El.
"Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmo 51:17b).
A veces, ésto resulta muy difícil de lograr pues solemos recurrir a Dios cuando estamos atravesando serias dificultades y problemas en nuestra vida.
No obstante ésto, el Señor se encargará de guiarnos, de poner en nuestro camino agentes humanos crecidos espiritualmente para que puedan ayudarnos a crecer y a madurar en nuestra fe y en nuestra vida espiritual de relación y comunión en Dios. El Señor prometió que no nos desampararía nunca y que estaría con nosotros todos los días de nuestra vida y nos ayudaría siempre. El dijo que aunque nuestro padre y nuestra madre nos dejaran, El nos recogería (Mateo 28:20 – Isaías 41:10 - Salmo 27:10).
El Señor dice que cuando El vea un corazón de piedra, lo convertirá en uno de carne para que pueda entrar y morar en él por siempre.
Veamos las siguientes citas bíblicas:
“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón de carne” (Ezequiel 11:19).
“Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy el Señor Dios; y me serán por pueblo y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón” (Jeremías 24:7).
“Y les daré un corazón y un camino para que me teman perpetuamente” (Jeremías 32:39).
A través de estas citas podemos ver que si abrimos nuestro corazón y nos predisponemos a Dios, El nos irá preparando, capacitando y guiando día a día durante todo el transcurso de nuestra vida. No obstante esto, El no puede ni quiere obligarnos a nada ya que nos ha dado libertad para decidir: de allí las consecuencias.
El encuentro depende básicamente de mí, ya que soy yo quien decide abrir el corazón o no, puesto que existe el libre albedrío. Pero asimismo, Dios se ofrece por medio de Su Espíritu Santo a cambiar el corazón si fuese necesario: a moldear, a sanar, a limpiar, a purificar y a restaurar en forma completa e íntegra. Es decir, es un trabajo en forma conjunta entre Dios y yo: Yo abro el corazón y El trabaja con mi vida.
Por lo tanto, Dios también anhela fervientemente encontrarse con nosotros y establecer una relación de amor por siempre para hacernos hijos Suyos, si aceptamos a Jesús como nuestro único salvador por medio del arrepentimiento de pecados con el objeto final de darnos vida eterna!!!
AMEN!!!
No obstante ésto, el Señor se encargará de guiarnos, de poner en nuestro camino agentes humanos crecidos espiritualmente para que puedan ayudarnos a crecer y a madurar en nuestra fe y en nuestra vida espiritual de relación y comunión en Dios. El Señor prometió que no nos desampararía nunca y que estaría con nosotros todos los días de nuestra vida y nos ayudaría siempre. El dijo que aunque nuestro padre y nuestra madre nos dejaran, El nos recogería (Mateo 28:20 – Isaías 41:10 - Salmo 27:10).
El Señor dice que cuando El vea un corazón de piedra, lo convertirá en uno de carne para que pueda entrar y morar en él por siempre.
Veamos las siguientes citas bíblicas:
“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón de carne” (Ezequiel 11:19).
“Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy el Señor Dios; y me serán por pueblo y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón” (Jeremías 24:7).
“Y les daré un corazón y un camino para que me teman perpetuamente” (Jeremías 32:39).
A través de estas citas podemos ver que si abrimos nuestro corazón y nos predisponemos a Dios, El nos irá preparando, capacitando y guiando día a día durante todo el transcurso de nuestra vida. No obstante esto, El no puede ni quiere obligarnos a nada ya que nos ha dado libertad para decidir: de allí las consecuencias.
El encuentro depende básicamente de mí, ya que soy yo quien decide abrir el corazón o no, puesto que existe el libre albedrío. Pero asimismo, Dios se ofrece por medio de Su Espíritu Santo a cambiar el corazón si fuese necesario: a moldear, a sanar, a limpiar, a purificar y a restaurar en forma completa e íntegra. Es decir, es un trabajo en forma conjunta entre Dios y yo: Yo abro el corazón y El trabaja con mi vida.
Por lo tanto, Dios también anhela fervientemente encontrarse con nosotros y establecer una relación de amor por siempre para hacernos hijos Suyos, si aceptamos a Jesús como nuestro único salvador por medio del arrepentimiento de pecados con el objeto final de darnos vida eterna!!!
AMEN!!!
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