miércoles, 24 de septiembre de 2008

Cómo Debe Estar Mi Corazón Para Encontrar a Dios?


¿CÓMO DEBE ESTAR MI CORAZÓN PARA ENCONTRARME CON DIOS? ¿DE QUIÉN DEPENDE EL ENCUENTRO: DE DIOS, DE MI O DE LOS DOS?



Por: Gladys Raquel Hernández




Mi corazón debe estar abierto, dispuesto, no endurecido, sincero, lleno de expectativas y deseoso de recibir el perdón por medio del arrepentimiento y reconocimiento de plan poderoso de Dios a través de la muerte de Jesucristo en la cruz para reconciliarnos en El.
"Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmo 51:17b).

A veces, ésto resulta muy difícil de lograr pues solemos recurrir a Dios cuando estamos atravesando serias dificultades y problemas en nuestra vida.

No obstante ésto, el Señor se encargará de guiarnos, de poner en nuestro camino agentes humanos crecidos espiritualmente para que puedan ayudarnos a crecer y a madurar en nuestra fe y en nuestra vida espiritual de relación y comunión en Dios. El Señor prometió que no nos desampararía nunca y que estaría con nosotros todos los días de nuestra vida y nos ayudaría siempre. El dijo que aunque nuestro padre y nuestra madre nos dejaran, El nos recogería (Mateo 28:20 – Isaías 41:10 - Salmo 27:10).

El Señor dice que cuando El vea un corazón de piedra, lo convertirá en uno de carne para que pueda entrar y morar en él por siempre.

Veamos las siguientes citas bíblicas:
“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón de carne” (Ezequiel 11:19).
“Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy el Señor Dios; y me serán por pueblo y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón” (Jeremías 24:7).
“Y les daré un corazón y un camino para que me teman perpetuamente” (Jeremías 32:39).

A través de estas citas podemos ver que si abrimos nuestro corazón y nos predisponemos a Dios, El nos irá preparando, capacitando y guiando día a día durante todo el transcurso de nuestra vida. No obstante esto, El no puede ni quiere obligarnos a nada ya que nos ha dado libertad para decidir: de allí las consecuencias.

El encuentro depende básicamente de mí, ya que soy yo quien decide abrir el corazón o no, puesto que existe el libre albedrío. Pero asimismo, Dios se ofrece por medio de Su Espíritu Santo a cambiar el corazón si fuese necesario: a moldear, a sanar, a limpiar, a purificar y a restaurar en forma completa e íntegra. Es decir, es un trabajo en forma conjunta entre Dios y yo: Yo abro el corazón y El trabaja con mi vida.

Por lo tanto, Dios también anhela fervientemente encontrarse con nosotros y establecer una relación de amor por siempre para hacernos hijos Suyos, si aceptamos a Jesús como nuestro único salvador por medio del arrepentimiento de pecados con el objeto final de darnos vida eterna!!!

AMEN!!!

No hay comentarios: