martes, 8 de septiembre de 2009

La Fe De Abraham












Por: Gladys Raquel Hernández


“Pe
ro el Señor Dios había dicho a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3).

El llamamiento de Abraham es decisivo en el plan que Dios tenía con el pueblo de Israel, el que luego llevaría y conduciría al establecimiento de la Iglesia. Aunque Abraham no conocía el plan de Dios, él creyó y obedeció a su Dios Creador.

“Y se fue Abraham como el Señor Dios le dijo” (Génesis 12:4)

Este pasaje muestra claramente la firme obediencia de Abraham, una fe sin vacilación, sin duda alguna. La mente y el corazón de Abraham estaban con Dios. Abraham se dejó llevar por Dios.

¿Nos ocurre lo mismo a nosotros en este tiempo? ¿Nos dejamos llevar por Dios en Sus eternos propósitos con nuestras vidas?

Es preciso destacar que cuando Dios nos llama en forma individual, nunca involucra a terceras personas en nuestro llamado. Es decir, se trata de un llamado muy personal. En primera instancia, Dios nos llama para entender y lograr nuestra salvación y luego para delegarnos alguna o varias tareas o labores ministeriales que tendremos que ir entendiendo y desarrollando en forma paulatina a lo largo de nuestras vidas. Dios nos irá capacitando a tal efecto y es preciso estar en El, seguirlo día a día y estar atentos a Su voz para estar siempre dentro de Su buena voluntad.

Veamos estas citas bíblicas:

“Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como El quiere” (1º Corintios 12:7-11).

¿Por qué solemos fracasar o cometer errores en nuestras labores ministeriales y en nuestro servicio a Dios a pesar de haber identificado bien nuestro llamado y a pesar de nuestro intento de superación diaria?

Primero: Comenzamos escuchando la voz de Dios, de diferentes maneras, conforme a cada individuo, ya que Dios es multiforme y se revela y habla de diversas maneras (1º Pedro 4:10). En esta etapa, comenzamos a entender que Dios nos ama y qué es lo que El quiere de nosotros, qué servicio nos demanda, qué ministerio nos está delegando. Entonces, nosotros comenzamos a caminar en Sus propósitos que hemos entendido y se podría decir que vamos manejando en cierta forma la fe de Abraham, lo que resulta maravilloso. Se trata de la etapa del primer amor con Jesús, cuando se nos ha caído el velo que cubría nuestros ojos y comenzamos a ver el Reino de Dios, comenzamos a ver con nuestros ojos espirituales el mundo invisible.

Segundo: En la siguiente etapa, vamos madurando en nuestra fe, vamos creciendo en la gracia y vamos teniendo contacto con otros hermanos en Cristo de nuestra misma congregación o de otras congregaciones. En esta etapa, empezamos a descubrir que, a pesar de la hermosa relación de amor que hemos iniciado en nuestro Salvador, Jesucristo, comienzan a surgir obstáculos, desacuerdos entre hermanos en la fe, diferentes opiniones y hasta puntos de vista totalmente opuestos, lo que muchas veces origina y desencadena una serie de discusiones, pleitos, contiendas, enojos, cólera, y hasta termina con el alejamiento de la misma congregación. ¿Por qué suceden estas cosas?. La respuesta es muy simple. El pecado es inherente al ser humano y está dentro de él. Todo el tiempo, puede salir desde nuestro interior, todo lo malo no resuelto que tenemos: resentimiento, rencor, raíces de amargura, pleitos, contienda, celos, envidia, malicia, murmuración, chisme, crítica, individualismo, protagonismo, competencia, etc. La Palabra de Dios establece que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34-35). Entonces, lo que sale de nuestra boca, manifiesta, revela y exhibe lo que hay en nuestro interior, es decir, lo que somos realmente.

El gran desafío para todo ésto y con el objeto de llevar una vida conforme a Dios, es entablar una relación íntima en El, quien es el que nos regala los dones y nos entrega y delega los ministerios, además de nuestra preciosa vida eterna no merecida por nosotros, mediante la aceptación de Cristo Jesús en nuestro corazón. Entonces, cuando tropezamos, sabemos que nos podemos levantar y que en Cristo Jesús son posibles todas las cosas. Aunque nos relacionemos con hermanos en la fe, no nos olvidemos que a quien debemos rendir cuentas de nuestros actos, nuestro ministerio y nuestra vida, es al mismo Jesucristo, la roca.

“Y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1º Corintios 10:4).

Para poder aprender bien a depender solamente de nuestro Dios Creador y Padre Celestial, es necesario ir desarrollando los frutos del Espíritu Santo. Un buen cristiano maduro en la fe debe tener desarrollados y poner en práctica los frutos del Espíritu Santo que son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23).

A través del dominio propio que nos enseña el Apóstol Pablo, se puede lograr este objetivo, además de los atributos de nuestro Señor Jesucristo que son mansedumbre y humildad, que El mismo manifestó, invitándonos a parecernos a El.

Veamos estas citas bíblicas que fundamentan estos conceptos:

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. (2º Timoteo 1:7)

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprender de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29)

¿Por qué Abraham es considerado el Padre de la Fe? Esta respuesta también es sencilla. Abraham no vaciló nunca cuando fue llamado por Dios, nunca dudó cuando Dios le dio una orden, nunca tuvo en su corazón el deseo de hacer alguna otra cosa en lugar de obedecer la voz de Dios, de actuar en forma contraria a Su buena voluntad, aún cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac y ofrecerlo en holocausto (Génesis 22:2). Abraham era realmente amigo de Dios!

“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23)
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Veamos estas citas bíblicas que expresan lo descripto con anterioridad:

“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel del Señor le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, El Señor Dios proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte del Señor será provisto. Y llamó el ángel del Señor a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice el Señor Dios, que por cuanto has hecho ésto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar, y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:9-18).

Esta simiente descripta en Génesis, es nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

En Gálatas 3:16 Pablo dice:

"Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a su simiente, la cual es Cristo".

Si quieres ser amigo de tu Salvador Jesucristo, tómate de Su mano y déjate guiar por El, permanece en El, aunque los demás te critiquen o cuestionen tu servicio a Dios, tu ministerio, fuere cual fuere.

“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:14-15).

No permitas que nada ni nadie se interponga en tu hermosa relación en tu Salvador. El te ha llamado a redención en primer lugar, y luego, te ha asignado alguna labor ministerial que tú ya has identificado. Defiende ese llamado, ese ministerio otorgado por tu Salvador y obtendrás la corona de la vida. Si caes, El te levantará, te enseñará cosas mayores aún que debes aprender para que tu vida cristiana sea perfeccionada día a día conforme a los propósitos que El ya ha establecido para ti. No te olvides, que primeramente, Jesús anhela tener una relación personal contigo. El quiere tratar con tu vida, te quiere moldear, te quiere purificar, te quiere renovar, te quiere restaurar, te quiere perfeccionar, te quiere regenerar, te quiere santificar.

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de la vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12).

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”(Efesios 4:13).

AMEN!!!

martes, 21 de julio de 2009

La Música Como Instrumento De Alabanza












Por: Gladys Raquel Hernández



La música ha sido un elemento, un medio esencial y de vital importancia en la adoración a Dios que se ha venido llevando a cabo desde el Antiguo Testamento por el pueblo de Israel: el primer pueblo elegido por Dios, Su pueblo pionero y amado, para llevar las Buenas Nuevas de salvación por toda la tierra.

La música cristiana, a través de los distintos instrumentos musicales ejecutados de a uno, o varios a la vez, brindando una mayor armonía, es una forma de expresión, de comunicación, de manifestación de sentimientos, pensamientos y emociones bajo inspiración, por parte de quienes la ejecutan, acompañada también de inspiradas canciones, cánticos, salmos, himnos, poemas, poesías y alabanzas. Asimismo, la música cristiana es un canal de bendición para todo el pueblo de Dios, ya que la misma le permite entrar en Su presencia.

La Palabra de Dios establece que Dios se regocija a través de la alabanza de Su pueblo. Veamos estas citas bíblicas:

“Canta, Oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. El Señor ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; el Señor es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal. En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: no temas; Sion, no se debiliten tus manos. El Señor está en medio de ti, poderoso, El salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. (Sofonías 3:14-17)
“Canta y alégrate, hija de Sion, porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho el Señor”. (Zacarías 2:10)

El pueblo de Dios canta la grandeza del Señor. Veamos las siguientes citas bíblicas:

“Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”. (Isaías 12:6)
“Cantaré yo al Señor, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete. El Señor Dios es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios y lo alabaré; Dios de mi padre y lo enalteceré”. (Exodo 15:1-2)
“En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro”. (Isaías 26:1)
“Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo: por haberse puesto al frente los caudillos en Israel, por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, Load al Señor Dios”. (Jueces 5:1-2)

Cuando David hizo traer por medio de los levitas el arca del pacto a Jerusalén, hubo música y alegría. Veamos:

“Asimismo dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría”. (1º Crónicas 15:16)

Como podemos apreciar a través de estos pasajes, cada vez que se ganó alguna batalla, cuando se recuperó algo, cuando se conquistó, se venció o se celebró la victoria, hubieron instrumentos musicales resonando y voces cantando.

Veamos esta descripción:

“Los cantores iban delante, los músicos detrás; en medio las doncellas con panderos”. (Salmo 68:25)

La combinación de instrumentos musicales y canciones es una ordenanza de Dios. Veamos:

“Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio. Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne. Porque estatuto es de Israel, Ordenanza del Dios de Jacob”. (Salmo 81:2-4)

El pueblo de Israel combinaba instrumentos, voz y cánticos nuevos que venían por inspiración divina. Veamos:

“Aclamad al Señor Dios con arpa; cantadle con salterio y decacordio, cantadle cántico nuevo; hacedlo bien, tañendo con júbilo”. (Salmo 33:2-3 - Salmo 144:9)
“Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios”. (Salmo 40:3)

Los siguientes pasajes establecen que toda la tierra debe alabar y cantar al Señor con cánticos nuevos, con total alegría:

“Cantad alegres al Señor, toda la tierra; levantad la voz y aplaudid y cantad salmos” (Salmo 98:4)
Salmo 96:1-4 – Dios es digno de suprema alabanza!
Salmo 98:1, 100:1-2, 149:1 – Isaías 42:10 – 1º Crónicas 16:23-24

Podemos cantar salmos, himnos y cánticos espirituales con alegría:

“Cantad salmos al Señor con arpa; con arpa y voz de cántico” (Salmo 98:5)
“…. Cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. (Colosenses 3:16)
“Al Señor cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva”. (Salmo 104:33)
“Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas Sus maravillas”. (Salmo 105:2)
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos oían” (Hechos 16:25)

Existe alabanza y cánticos nuevos delante del trono de Dios:

“Y cantaban un cántico nuevo delante del trono” (Apocalipsis 14:3)

La Palabra de Dios establece que Dios da cánticos en la noche. (Job 35:10)

“Pero de día mandará el Señor Dios Su misericordia, y de noche Su cántico estará conmigo”. (Salmo 42:8)
“Vosotros tendréis cántico como de noche en que se celebra pascua”. (Isaías 30:29)
“Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón”. (Salmo 77:6)

A través de la alabanza, se llega a la presencia de Dios:

“Lleguemos ante Su Presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos”. (Salmo 95:2)

El pueblo de Israel cantaba y alababa en acción de gracias porque Dios es bueno. Veamos:

“Y cantaban, alabando y dando gracias al Señor, y diciendo: Porque El es bueno, porque para siempre es Su misericordia sobre Israel”. (Esdras 3:11)
“… Porque mi fortaleza y mi canción es el Señor Dios, quien ha sido salvación para mí”. (Isaías 12:2)

La Palabra de Dios enseña a cantar la justicia y la gloria de Dios:

“Cantará mi lengua tu justicia”. (Salmo 51:14)
“Cantad la gloria de Su nombre; poned gloria en Su alabanza”. (Salmo 66:2)

La Palabra usa términos exagerados para instarnos a alabar a Dios. Veamos:

“Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas, exalten a Dios con sus gargantas y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones y castigo entre los pueblos”. (Salmo 149:5-7)

La Palabra establece que los muertos resucitarán y alabarán a Dios en el arrebatamiento:

“Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! Porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos”. (Isaías 26:19)

El pueblo de Israel cantaba por la redención de Jacob, que se hace extensiva a nuestra redención por medio de Cristo Jesús. Veamos:

“Cantad loores, oh cielos, porque el Señor lo hizo, gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque el Señor redimió a Jacob y en Israel será glorificado”. (Isaías 44:23)

Se puede alabar al Señor con el espíritu así como con el entendimiento:

“…Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”. (1º Corintios 14:15)
Se pueden cantar alabanzas con alegría:
“…¿Está alguno alegre? Cante alabanzas”. (Santiago 5:13)

La Palabra establece que hasta las estrellas del cielo alaban a Dios. Veamos:

“¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?”. (Job 38:6-7)

La alabanza era acompañada de sacrificios ante Dios, en el Antiguo Testamento:

“… Acercaos, pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa del Señor” (2º Crónicas 29:31)
“Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo”. (Salmo 50:14)

Otras citas bíblicas que se refieren a los sacrificios de alabanza son:

Exodo 15:2 – 1º Crónicas 16:8-9 y 29:13 - Nehemías 12:27 – Salmos 7:17; 9:1 - Salmo 30:12 – Salmos 42:5 y 11 y 43:4-5 - Salmo 50:23 – Salmo 57:9 - Salmo 65:1 – Salmo 67:3 y 5 - Salmo 69:30 – Salmo 71:22 - Salmo 79:13 – Salmos 92:1 y 95:2 – Salmos 96:6 y 99:3 – Salmos 100:4, 105:1, 106:1, 107:8-15-21-31, 111:1, 113:1, Salmos 116:17, 117:1, 118:21, 119:7-62-164 – Salmos 135:1 138:1 – Salmo 136:2 –Salmos 140:13, 145:3 – Salmo 146:1-2 - Salmo 147:7 y 12 – Isaías 38:19-20 – Jonás 2:9 – Sofonías 3:19-20 – Mateo 11:25, 21:16 - Lucas 10:21, 24:53 – Romanos 15:11 - 2º Corintios 8:18 - Efesios 5:19 - Hebreos 2:12 y 13:15 – Apocalipsis 5:13 y 19:5.

Los salmos 145, 146. 147, 148, 159 y 150, se refieren a la alabanza por la bondad y el poder de Dios, por Su justicia, por el favor de Dios hacia Jerusalén, a la exhortación a la creación para que alabe al Señor Dios, a la exhortación a Israel para que alabe al Señor Dios y a la exhortación a alabar a Dios con instrumentos de música, terminando el Salmo 150 con un llamado de atención universal. Veamos:

“Todo lo que respira alabe al Señor, Aleluya!”. (Salmo 150:6)

La adoración a Dios es más que cantar, más que la combinación de notas musicales, más que una canción, un salmo o un himno…. Es una entrega del corazón a Dios e implica meditación, temor a Dios, servicio y algunas veces, un cierto silencio delante del Señor. Veamos:

“Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros”. (Génesis 22:5)
“Entonces, Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró”. (Exodo 34:8)
“Se acordarán, y se volverán al Señor Dios todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti”. (Salmo 22:27)
“Adorad al Señor en la hermosura de la santidad. Temed delante de El, toda la tierra”. (Salmo 96:9)

Otras citas bíblicas que se refieren a la adoración a Dios son:

1º Samuel 1:3 - Nehemías 9:6 - Salmo 5:7 – Salmo 29:2 – Salmo 66:4 - Salmo 86:9 - Salmo 95:6 - Isaías 27:13 - Isaías 66:23 – Zacarías 14:17 – Mateo 2:2 – Mateo 4:10 - Mateo 28:17 – Juan 4:20, 22 y 24 – Juan 9:38 – Juan 12:20 – Hechos 8:27 – Hechos 10:25 – Hechos 17:23 – 1º Corintios 14:25 – Hebreos 1:6 – Apocalipsis 4:10 – Apocalipsis 14:7 – Apocalipsis 15:4 – Apocalipsis 19:4 y 10 – Apocalipsis 22:8

La alabanza y la adoración implican engrandecimiento, exaltación, glorificación, agradecimiento, honra, magnificencia y servicio a nuestro Dios Creador y Padre Celestial.

“Al Unico y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén!” (Romanos 16:27)